
Nuestros tan conocidos mecanismos de defensa hacen que las cosas sean un poco más llevaderas pero bajo la apariencia de solucionarse solo nos alargan el problema.
Amigarse con la soledad
No es fácil tolerar la soledad y mucho menos reconocerla. Sin embargo el valor que pongamos para poder evitarla va a jugar un rol fundamental en nuestras vidas. Por otro lado existe otra manera de afrontarla y es en el acercamiento a otras personas, sobretodo si comparten con nosotros muchos de esos estados.
Es allí donde uno ve reflejado en el otro lo mismo que le está sucediendo y se hacen reconocibles así esos sentimientos de soledad que estamos experimentado, lo que podría decirse que es un gran paso ya que estaríamos preparados para poder ponernos en verdadero contacto con los demás.
Relacionarse para no estar solos
Esto puede resultar verdaderamente exitoso pero si por el contrario el miedo al aislamiento es mucho más fuerte y no nos deja avanzar resultará mucho más difícil acercarnos a otras personas y los involucraremos aún más en nuestros problemas. Aquí lo que se crea con el otro no es tan verdadero como parece, es un reflejo de lo que quisiéramos que sea o de lo que podría llegar a ser dependiendo de nuestras intenciones.
La otra persona no será para nosotros más que alguien que pasa por nuestras vidas sin demasiada importancia. Nos comunicamos de manera diferente y estamos tan lejos de ellos como de nosotros mismos. Éstas situaciones acaban por crearnos fantasías que nos ayudan a enfrentar los problemas, pero como bien se dijo, no son más que fantasías y no podrán rescatarnos a la larga de nuestros miedos.