
Lo que podría explicarse o discutirse racionalmente en casa puede convertirse en un problema mucho mayor en un nuevo lugar, donde todo se amplifica por el aislamiento, el gasto y la presión por divertirse. Por suerte, se trata de un fenómeno conocido, y hay formas fáciles de evitarlo.
Es bien sabido que irse de vacaciones es en realidad una fuente masiva de estrés para muchas personas, algo irónico si tenemos en cuenta que se supone que debemos volver bien descansados. Sin embargo, si vas con los ojos bien abiertos, los problemas de la angustia del viaje no tienen por qué causar estragos en tu relación. De hecho, pueden ser algo de lo que te rías cuando mires atrás.
Aquí tienes 5 consejos para superar puedes viajar en pareja con tu romance vivo, o al menos sin necesitar que alguien te envíe dinero para la fianza en un país extranjero:
1. Gestiona tus expectativas
Todos los días no van a estar llenos de chispas, macarrones y orgasmos. Viajar implicará un cierto nivel de estrés personal, y no sólo mientras llegas. Que no te sientas completamente relajado y conectado todo el tiempo no significa que tu relación esté en problemas.
2. Saber que algunas cosas simplemente no van a ser románticas
¿Conoces esa mirada de amor brillante que tienen las parejas que anuncian escapadas románticas? Esa será la de tu cara quizás el 50 por ciento de las veces. Algunas cosas simplemente no van a tener ese brillo – al menos en el sentido típico de la palabra «romántico». (Personalmente creo que hay algo profundamente vinculante en salir corriendo a por papel higiénico en mitad de la noche porque tu pareja está vomitando violentamente, pero eso es sólo cosa mía).
3. Comparte tu espacio de equipaje
No te apropies de demasiado espacio para ti. Intenta ser equitativo y sensato a la hora de hacer la maleta: el hecho de que seas una chica no significa que te merezcas más de la maleta. Compartir el espacio de la maleta hace varias cosas: os hace colaborar, os mantiene al tanto de todas las posesiones (útil si se pierde algo), os permite a ambos tener un recuento de cables y cargadores, y os obliga a ser abiertos.
4. Divide las responsabilidades según tus puntos fuertes
Esto parece sencillo, pero es un requisito imprescindible: si eres el que es bueno con los mapas, haz el trabajo de localización. Si tu compañero es el que investiga los grandes descuentos o tiene un don infalible para encontrar restaurantes chulos, ponle a ello. Aprovecha al máximo tus recursos.
Este punto puede ser complicado, ya que algunas personas tienen habilidades que se les dan bien en la vida de 9 a 5 -por ejemplo, la gestión de proyectos- pero no quieren pensar en ello durante las vacaciones. Si tu pareja, que es un fanático de la planificación, se da la vuelta y no quiere mirar la lista de tareas una vez que has aterrizado, es mejor que lo sepas de antemano. Habla de esto antes de subirte al avión.
5. Lleva la cuenta del dinero, pero no te compliques
Si no tienes una relación en la que esté bastante definido quién paga qué (si uno de los dos gana mucho más, por ejemplo), entonces esto es algo que hay que resolver de antemano.
Divide los gastos de forma que tenga sentido -una persona paga la comida y la otra el alojamiento, por ejemplo, o uno de los dos asume la carga de los gastos cada día- y guarda los recibos, pero recuerda ser amable y comedido a la vez. Tened una conversación sobre los presupuestos antes de ir, y ajustadlos si las cosas son diferentes una vez que estéis allí.